El chimaek es uno de esos platos con fuerte contenido emocional. Para aquellos que nunca hayan escuchado este término antes, que por cierto figura en el Diccionario de Oxford, chimaek (치맥) surge de combinar 치 [chi] de 치킨 [chikin], que es pollo, y 맥 [maek] de 맥주 [maekju], o cerveza en coreano.

Sin duda es la opción favorita de los coreanos el viernes por la noche, aunque también es muy popular cuando hay competiciones deportivas, o en cualquier otro momento. Siempre es visto como un “consuelo para el alma”. En realidad, el pollo frito en Corea alcanza un nivel Premium totalmente insospechado. No en vano, renombrados cocineros de todo el mundo que han visitado el país han elogiado sus bondades. Pero no hace falta ser profesional, para disfrutar de sus múltiples sabores y texturas, que según las zonas y técnicas de cocción, sin exagerar creo que puede haber más de 60 variedades de pollo frito.

El chimaek se hizo tremendamente popular durante la Copa del Mundo de 2010 y, más recientemente, y también aparece en numerosas series o dramas coreanos. Pero en realidad su origen, o ese componente nostálgico, se asocia a la época de la hiperindustrialización de Corea, cuando el desarrollo que dio lugar al llamado “Milagro del Río Han” obligaba a los sempiternamente ocupados padres a salir muy tarde del trabajo y, de regreso al hogar, compraban una bolsa de pollo frito en cualquiera de los múltiples puestos del camino, en una bolsa de papel marrón para llevar, que lograba mantenerlo al menos templado al llegar a casa. Muchos de los que entonces eran niños, ahora recuerdan como asociaban la alegría de que el progenitor llegara a casa, con ese delicioso olor a pollo frito.