Los fotomatones en Corea están a otro nivel, pues más que fotomatones son tiendas.

Desde que llegué aquí vi que los fotomatones eran “premium” y que los coreanos tenían la costumbre de tomarse fotos simpáticas sin un motivo especial, las típicas fotos locas de fotomatón. De hecho, entré un par de veces con amigos por hacer el tonto, aunque me costaba un poco comprender su éxito, pues todo el mundo toma mil fotos con el móvil a cada segundo… parecía redundante.

Pero desde que brotó la pandemia hay una auténtica “fiebre del fotomatón”, quizá por el deseo de la gente de conservar un recuerdo de los buenos momentos con sus seres queridos.

Actualmente proliferan como setas en Hongdae, Seoul National University, Sungshin Women’s University, etc., básicamente en entornos universitarios. Son tiendas pequeñas, normalmente sin dependientes, donde tienen todo tipo de accesorios, sombreros, pelucas y todo lo que puedas imaginar para disfrazarte o mejorar tu aspecto para la foto. También están orientadas a vivir una experiencia y a disfrutar un rato.

Suelen tener tres o cuatro habitaciones pequeñas con un fotomatón en su interior, pero en las zonas comunes hay espejos por todas partes, y la gente además se toma selfies con su móvil, que además pueden imprimir en papel.

Para los coreanos, principalmente para los jóvenes y adolescentes, es una experiencia divertida, casi como ir a las salas de videojuegos, a los recreativos o al noraebang (karaoke), una actividad que permite llevarse un recuerdo del momento, un diminuto papel que atesora la irrepetible intrahistoria de cada instante.