Imagina todo tipo de ingredientes, aunque predominan los vegetales, envueltos en una suave masa de harina rebozada en huevo que se cocina hasta obtener unas deliciosas frituras doradas.

Este platillo suele formar parte de los banchan o pequeñas guarniciones en cualquier mesa. De hecho formaba parte de la gastronomía coreana que vestía la mesa real, y a día de hoy es casi imprescindible en rituales y celebraciones.

Pero lo más común es tomarlo como anju o aperitivo acompañante de alguna bebida. Normalmente suele maridar con magkeolli, un vino de arroz de aspecto lechoso y sabor dulce elaborado a partir de una mezcla de trigo y arroz, que al fermentar genera unas burbujas que sorprenden al paladar las primeras veces que se prueba.

El pajeon o “la pizza coreana”, es una versión del jeon que igualmente puede tener distintos sabores o ingredientes. Mi favorito es haemul pajeon (de marisco). A los coreanos les encanta tomar pajeon con magkeolli en días lluviosos y melancólicos, porque dicen que el sonido de la lluvia recuerda al sonido de la masa al freírse.

En los días de monzón, normalmente preludio de verano, no hay mejor plan que sentarse en el balcón de alguna terraza y pedir una tetera de magkeolli con diversos jeon de acompañante, para disfrutar de una pausada conversación y del sonido de la lluvia que arrecia en la calle.

Sin duda esta es la forma más romántica y placentera de degustar jeon, pero si prefieres hacerlo en casa,
KBS te enseña 😉